Espacio público y privado en el arte


Reflexionar sobre lo público para muchos significa conocer nuestra calidad como ciudadanos, como individuos. Es entrar en el eterno debate de las clases sociales y el rumbo del consumo de un sistema que se impone.

 

Pensar en el espacio público ofrece lecturas amplias, integradoras y de constante transformación, dónde se desarrollan distintas dinámicas e intervenciones sociales y emergen una multitud de mecanismos de apropiación. Precisa de un constante sentido de interés por las condiciones o condicionantes que se plantean en el espacio para la creación y las diferentes percepciones de la obra según donde se presenta. 


Por ello, proponemos a los artistas invitados para conocer sus trabajos en dos espacios tan diferentes, el público y el privado.

 -Larisa Escobedo,  cuya variedad de formatos alude a una creadora de incisiva búsqueda, donde no hay género y que aborda el transcurso entre los límites raciales o limites socioeconómicos, cuya obra aborda las políticas y poéticas del cuerpo, lo femenino, lo queer, las dualidades y los no binarismos.

-Perla Ramos, quien con su trabajo propone la reflexión y el cuestionamiento de los valores del espacio público, creando piezas que parten desde el análisis del tránsito y la estructura urbana, hasta la valoración del objeto patrimonial.

-Karla Hamilton, en su trabajo explora la auto construcción y su relación con la capacidad que tenemos los seres humanos de generar nuestro espacio íntimo. El sentido de alineación, la migración, el desplazamiento, la noción del tiempo y la posibilidad que tenemos de resistir ante los embates de la gentrificación.

-Pavel Ferrer, para quien el espacio público es una entidad involucrada en la producción artística de obras en beneficio de la sociedad civil, que constituye un nuevo espacio para el traslado de metáforas e ideas en pro de la creación de obra con sentido cívico.

 

La reflexión sobre ambos conceptos en relación a las expresiones artísticas radica en nuestra propia cotidianeidad, del pensarnos como formadores de la estructura social en la que nos desenvolvemos, la cual puede ser leída y apuntada desde los extremos más íntimos; ya sea en la cocina de un hogar y hasta en los grandes movimientos colectivos que se desenvuelven en las plazas.

No es sólo el intervenir, sino habitar esos espacios; pensar en cómo nos influye el espacio para construir y crear entorno a él. Más que el uso hostil compartido de las redes viarias, las casas y los edificios, debemos replantearnos las necesidades básicas sociales que tenemos como artistas, pero también como habitantes del lugar desde el cual fijamos nuestra mirada.

 

La propuesta para este diálogo, surge a partir de una inquietud por entender el comportamiento humano en relación al espacio que le rodea, en el que nos movemos y habitamos, de aquello que nos convierte en un fiel reflejo de nuestro pensamiento y en un catalizador de nuestro actuar en el ámbito social e individual.